lunes, 29 de septiembre de 2008

Otra izquierda es posible

Tentado estuve de acotar el título del post con signos de interrogación, pero he sido bueno. Parafraseando el eslogan altermundista corro el riesgo de quedarme bastante solo pero qué diablos. En este país otra izquierda es posible. Otro tipo de ideas que no caigan en lo que están cayendo Z, Mariantonia y demás banda barriobajera y manipuladora. Sin programa, poniéndolo todo al fuego con tal de calentarse ellos con las brasas. 

Algo ha sucedido en la última década para que la izquierda española haya perdido completamente el rumbo, la lealtad institucional y sus principios ideológicos. Están tratando de evolucionar a la par de la sociedad y por el camino un bendito día de repente no evolucionaban a la par, sino que transforman la cotidianeidad. Es que es bastante fuerte oigan: hay cosas hoy en día que se aceptan como normales cuando no tienen nada de normal. Hace tan sólo unos lustros, incluso bajo Felipe González no se aceptaría un espectáculo bochornoso como el que montó Lady Aviaco en el Congreso. La manipulación política y la negación de la crisis el pasado invierno le hubiera costado las elecciones al Gobierno. En este último punto quizás haya que repartir las culpas con Mariano, quien tratando de seguir la estela de buenrollismo patrio -un auténtico virus- adoptó una posición a la defensiva que le costó las elecciones.

Yo es que me niego a que unos paletos descamisados dicten por dónde deben ir los tiros. No defiendo la meritocracia -no al máximo nivel al menos-, pero reclamo, exijo, ordeno -qué diablos- que los propios gobernantes no piensen que están ahí para cobrar a fin de mes. Es que oigan, hay gente que está metida en el barro y estos cabrones no dejan de echar paladas de cemento encima. ¿Dónde se ha quedado esa izquierda política que era capaz de compaginar la defensa de sus ideas con el respeto a unos valores de acuerdo nacional? ¿Cómo desapareció la izquierda política para convertirse en una papilla de "izquierda social"? Y la reflexión la hago por su propio bien: la izquierda, sin dogma, desaparece. Es inevitable porque no deja de ser una ideología escolástica. Una religión política.






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