¿Quién es el enemigo de nuestra felicidad?
– El Emperador de los Franceses.
¿Y quién es este hombre?
– Un nuevo Señor infinitamente malo y codicioso, principio de todos los males, y fin de todos los bienes; es el compendio y depósito de todos los vicios y maldades.
(...)
¿Quién es nuestra Patria?
– El conjunto o congregación de muchos pueblos regidos por el Rey, y gobernados por unas mismas leyes.
¿Y son nuestros los intereses de todos pueblos?
– Si señor, por la obligación natural que tienen todos de ampararse, y ayudarse y defenderse recíprocamente.
(...)
¿Será pecado matar franceses?
– No señor, antes bien se merece mucho si con esto se libra la Patria de sus insultos, robos y engaños.
(...)
¿Qué felicidad debemos buscar?
– La que ellos no pueden darnos.
¿Y cuál es?
– La seguridad de nuestros derechos y personas; el libre ejercicio de nuestra sagrada Religión; y el restablecimiento de un Gobierno arreglado a las costumbres actuales de la España, y relaciones con la Europa.
¿Pues no le teníamos?
– Si señor, pero desorganizado por la infectación de las calidades supremas que nos han gobernado.
¿Y quién debe arreglarlo?
– La España, a quien sólo pertenece este derecho privativamente con absoluta inhibición de todo extranjero
¡Qué bien escribía antes la gente! Eso de "compendio y depósito de todos los vicios y maldades ¡es buenísimo!
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