martes, 6 de febrero de 2007

El as en la manga de Irán

Carne de cañón iraní

A Mahmoud Ahmadineyad no le van muy bien las cosas. Puede que piense que con la mayoría del Congreso americano demócrata y con un presidente Bush en sus horas bajas, se le dará margen de maniobra y las acciones punitivas para parar su programa de enriquecimiento de uranio se retrasarán, por lo menos, hasta poder ensamblar su primera cabeza nuclear.

Yo si fuera él no me las prometería tan felices: la Armada americana ha elevado su operatividad en el Golfo Pérsico, Bush ya ha anunciado el envío de más tropas a Iraq, Hezbolá fracasó en el intento de obtener el poder en Beirut y los precios del petróleo, a día de hoy, no podrán subir mucho más o no a un ritmo tan elevado como para financiar operaciones de campo abiertas.

Es muy probable que antes de marzo -mes en el que expira el ultimátum para que cese su programa de enriquecimiento-, Irán ofrezca una "fórmula de compromiso". Un caballo blanco que perpetúe el régimen y les salve del desastre. Esta fórmula podría contener unas contrapartidas al abandono de su programa nuclear: no queremos sanciones en nuestro país, ayudaremos a la comunidad internacional en Iraq, les bajaremos los humos a Hezbolá y nos callaremos nuestra opinión sobre Israel.

De todas estas bazas, la carta más importante es la colaboración en Iraq. Comprometer a Irán en el proceso de reconstrucción sería una gran manera de acercar el régimen a occidente, hacerles ganar votos a los republicanos, acabar con tanta anarquía en los sectores más extremistas chiíes de la nación del Tigris y calmar a los propios jomeinistas.

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