El criterio para dividir la escala se basa en la cantidad de energía de la que dispone esa civilización, así, tenemos tres grados:
- Grado 1: La civilización es capaz de usar la energía de todo un planeta (10E16 W, Kardashev, en un principio puso el nivel en 4x10E12 W, claro que estaba en 1964...).
- Grado 2: La civilización es capaz de usar la energía de una estrella como nuestro Sol (10E26 W, a nuestro Sol le calculamos una energía de 3,86x10E26, Kardashev originalmente colocó esta medida en 4x10E26 para redondear, supongo).
- Grado 3: La civilización puede utilizar la energía disponible en una Galaxia (10E36 W, el original estaba en 4x10E37 W).
La utilidad de esta tabla se ciñe a los investigadores del proyecto SETI. Fuera de la vía oficial, son numerosos los autores de ciencia ficción y futuristas que usan esta escala como base de trabajo.
Carl Sagan desarrolló el Grado 0, para más o menos hacernos una idea de dónde estamos y el avance logarítmico de desarrollo al que nos enfrentamos.
Para pasar del Grado 0 al 1, necesitaríamos -según los expertos- utilizar el mayor reservorio energético que tenemos y la mayor fuente de energía a nuestra disposición. Esto es: el océano y el Sol respectivamente. Existe algo llamado Gradiente térmico oceánico, que es la diferencia de temperatura entre la superficie y la profundidad del mar. Bueno, pues de ahí se puede sacar energía. Por cierto, la primera planta energética de este tipo fue constuida en Cuba en 1930, tenía una turbina y produjo 22kW.
Una vez que aprovechamos la energía solar al máximo, e incluso el gradiente geotérmico de nuestro planeta tenemos energía gratis y abundante y estamos preparados para saltar al Grado 2. Pero para ello, amigos de Bricomanía, debemos construir una esfera de Dyson, de la que hablaré en el próximo capítulo.
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