martes, 2 de mayo de 2006

Centrifugadoras

La cuestión es que la actual tecnología de enriquecimiento de material nuclear que actualmente posee Irán, se basa en la centrifugadora tipo P-1, que por ejemplo funicona en Natanz. Irán, lo que pretende es obtener la P-2, que es hasta cuatro veces más rápida.

"Nuestras centrifugadoras son de tipo P-1. La P-2, que tiene el cuádruple de capacidad, está siendo investigada y ensayada en el país", dijo Ahmadinejad en un discurso a los estudiantes en Jorasán, en el noreste de Irán.
La centrifugadora P-2, mejor dicho, sus planos, probablemente fueron obtenidos en el mercado negro mediante un tal A. Q. Khan, considerado el padre de la bomba nuclear paquistaní. El peligro inherente del enriquecimiento de uranio en manos de quien ya tiene misiles balísticos y que además sufraga al terrorismo internacional es una grave amenaza para nosotros y para los propios iraníes.

Esto no es ajeno al propio gobierno iraní. Irán quiere tener un papel más relevante en Asia y a nivel internacional, el poder militar es una baza diplomática importante. Pero, ¿debemos ceder a este chantaje? ¿Qué mensaje estaríamos dando a regímenes peligrosos para la paz mundial como Corea del Norte o Zimbabue?

Un creciente grupo de expertos en política exterior estadounidense recomienda un diálogo limitado con Teherán. Un estudio de julio de 2004 realizado por el Consejo de Asuntos Exteriores titulado Iran: Time for a New Approach sostiene que el régimen de Teherán es esencialmente estable y que una intervención militar directa por parte de EEUU para cambiar el régimen no es viable.

El estudio sostiene que Washington debería incrementar sus esfuerzos por conseguir la cooperación de Irán en temas de interés común, porque la falta actual de relaciones estables con Irán va en detrimento de los intereses estadounidenses. Concluye que, debido a la importancia económica y geoestratégica de Irán, el Gobierno estadounidense debería revisar su estrategia de acercamiento, fomentando el diálogo con Teherán como preludio a una normalización diplomática.

De hecho, el despliegue masivo de fuerzas militares estadounidenses en la periferia de Irán ha llevado a una fracción crítica del poder en Irán (formada por pragmáticos, reformistas y clérigos conservadores) a reconsiderar la importancia de una relación racional con Washington. Los pragmáticos agrupados en torno del poderoso presidente anterior, el Ayatolá Akbar Hashemi Rafsanyani, creen que el régimen debe centrarse en reformas económicas, que requerirían una política nacional exterior que acabara con el aislamiento en el que se encuentra Irán con respecto a la economía mundial. Para conseguir esto, Irán no sólo debe atraer a sus vecinos inmediatos, sino también alcanzar un acuerdo con EEUU. Los pragmáticos, a diferencia de los reformistas, pueden poseer la influencia necesaria para poder cumplir sus promesas debido a la posición dominante que ocupan en el aparato de seguridad nacional y a sus lazos con el líder supremo, el Ayatolá Ali Jamenei.

Sin embargo, en última instancia, cualquier acercamiento con Teherán sólo sería posible en el contexto de un progreso significativo en los temas que más preocupan a EEUU: armas nucleares, terrorismo y estabilidad de la zona. Como resultado, la próxima Administración estadounidense se enfrentará a la presión de tener que comprometerse, sin ningún tipo de ambigüedades, o a una política de cambio de régimen o a una de relaciones limitadas y dirigir sus acciones en consecuencia.

2 comentarios:

Maestre de Campo dijo...

La cuestión de Irán es preocupante, por un lado parece haber una minoría de personas favorables a la occidentalización del país a los que la intervención militar perjudicaría... Pero por otro, hay un sector mayoritario de la población que tiene como norte el Corán y como aliento la Sharia.

Pablo Otero dijo...

También en la URSS una gran mayoría de la población claramente apoyaba al régimen. ¿Por qué? Porque no tenían otra opción. Si bien el fanatismo religioso es algo más arraigado que la ideologización y deseducación, la Historia nos enseña que los cambios a mejor los producen pequeños grupos de personas.